sábado, 14 de mayo de 2011

INFORMACION DE LA MISION VOYAGER

Disco sobre una de las naves Voyager

Adheridos a un lado de la nave por medio de pernos de titanio blanco se encuentran un fonocaptor de porcelana, una aguja de diamante y un disco fonográfico de cobre recubierto de oro. 

Todo el paquete ha sido encerrado en aluminio para asegurar la sonoridad del disco durante 1.000 millones de años y en su cubierta se grabaron instrucciones escritas en lenguaje científico,  para luego ser revisado por algún ser que haya logrado algún medio de investigación, un tanto inferior, similar o superior a la nuestra.

Carl Sagan

El astrónomo Dr. Carl Sagan de la Universidad Cornell; su esposa Linda Sagan; el escritor de cuestiones musicales y la científica Timothy Ferris formaban parte del equipo dedicado a la desafiante tarea de configurar un mensaje de 120 minutos para dicha grabación. Se decidió integrarlo con saludos en muchos idiomas humanos y el de algunas ballenas, un ensayo sonoro de 12 minutos, 90 minutos de música y una serie de indicaciones visuales que pueden ser convertidas en fotografías en blanco y negro y en color por seres no terrícolas de esta parte del universo.


Es casi imposible predecir si el mensaje será recibido, alguna vez, por seres de otros mundos. Tal vez, nunca se sabrá su destino final. Transcurrirán 40.000 años antes que dicho artefacto espacial se acerque a la estrella más cercana, cientos de millones de años mientras vaga entre las estrellas de nuestra galaxia, y pasará ocasionalmente a la distancia de un año luz de una estrella, es probable, que nunca, más cerca.

La realización del disco se convirtió por tanto en un medio curiosamente práctico de confrontar ciertas cuestiones abstractas respecto a la vida y el arte en la Tierra.
  • ¿Somos los seres humanos capaces de realizar algo de valor universal?
  • ¿Quiénes somos?
  • ¿Cuáles son las características esenciales de nuestra identidad?
  • ¿Cómo representar a nuestro planeta?
Debido a que el Voyager estaba destinado a cruzar vastas distancias espaciales y temporales, enfrentó a los científicos, con una reencarnación del antiguo problema de la isla o el desierto: Sólo puede uno llevar un número limitado de objetos, al momento de partir a ese aislado lugar. Uno va a estar allí una buena temporada. Debe pensar con cuidado. ¿Qué es preciso llevar? ¿De qué se puede prescindir?.


El disco empieza con 116 cuadros gráficos: diagramas que indican nuestra posición en la Vía Láctea; esquemas de ADN y de nuestros cromosomas, de nuestra anatomía; de nuestra estrella, el Sol; de la composición química de la Tierra y nuestra atmósfera; imágenes de nuestros océanos, ríos, desiertos, montañas, continentes, flores, árboles, insectos, aves, animales, fauna marina y copos de nieve.


También estamos representados por diversos aspectos de nuestra identidad social: nuestra forma de comer, beber, trabajar, jugar y bailar en una serie global de situaciones. Hay fotografías de logros humanos de ingeniería como el Taj Mahal, la Gran Muralla China y el puente Golden Gate. Nos mostramos solos y en grandes conglomerados como las urbes modernas. Se incluye una ilustración del Sistema del mundo de Isaac Newton que muestra la forma de colocar en órbita una bala de cañón. La secuencia termina con imágenes de una puesta de sol, un cuarteto de cuerdas, un violín y una página de la partitura del cuarteto para cuerdas en si bemol Núm. 13, opus 130 de Beethoven. (Junto con la partitura se incluye una frase musical de dicho cuarteto para demostrar la relación entre la notación y los sonidos).


Esta sección continúa con saludos del presidente Jimmy Carter, del secretario general Kurt Waldheim, de oradores en 60 idiomas diferentes, de algunos miembros del Comité de las Naciones Unidas para el Espacio Exterior y unos saludos especialmente cordiales de una pareja de ballenas.


LOS SALUDOS DEL VOYAGER
Wu





Disco cubierto de oro, presentado en forma ampliada.

Continuando con esta descripción de la información que lleva acoplado el VOYAGER, sigue un montaje de 12 minutos con ruidos terrestres. Se inicia con un vertiginoso torbellino sonoro que refleja los movimientos de los planetas de nuestro Sistema Solar en sus órbitas (trascripción musical del "Harmonice Mundi" de Johannes Kepler, el tratado matemático cuyos ecos pueden todavía encontrarse en las fórmulas que hicieron posible el Voyager). Sigue una secuencia de sonidos más o menos cronológicos que se inicia con los cataclismos de la etapa de formación de nuestro planeta, a través de los diluvios que dieron origen a los mares, hasta el fermento de la vida inicialmente vacilante y más tarde vigoroso. Los sonidos humanos surgen de las frías ventiscas de las eras glaciales; la tecnología presenta también sus ruidos (cuyos encantos pueden quedar extravagantemente de relieve para los extraterrestres que hayan soportado y superado su propia era mecanicista) y concluye con los primeros llantos de un nene, un conjunto de registros del cerebro y signos vitales humanos, así como la fría estática de un pulsar.


LOS SONIDOS DE LA TIERRA


Tres cuartas partes de la grabación se componen de música. La elección de la misma resultó una cuestión difícil. Los melómanos tienden a defender con vigor sus opiniones al respecto y como sólo se contaba con un tiempo determinado para la grabación, todos los encargados de escoger esta variedad, tuvieron que aceptar la posibilidad de que fueran excluidas las preferencias personales. Algunos reconocían una deuda con respecto a cierta obra favorita que debíamos incluir en la grabación.


El criterio de selección de las composiciones se basó en la idea de mostrar lo más representativo de la música mundial, sugerir algo de la riqueza y diversidad de las culturas humanas de nuestro planeta y no incluir nada que no despertara un entusiasmo general.

Resulta claro entender que les era imposible encontrar la "mejor" música del mundo, independientemente de lo que esto signifique. En la grabación se incluyen tres composiciones de Bach y dos de Beethoven. Ninguna de Wagner, Debussy o Brahms. Era lógico que esta decisión se prestaría a controversias. Pero se supuso que la labor de "traducción" se facilitaría para los extraterrestres, si se ofrecía más de una obra de determinado autor, ya que el estilo personal del mismo puede captarse en cada pieza, ayudando de esta manera a establecer una base para la interpretación de toda la música. Así, acertada o erróneamente, es difícil ofrecer una visión somera de la música mundial sin ser un tanto generosos con esos dos gigantes.


Disco que fue destinado al espacio, para realizar un viaje sin objetivo determinado. 


A continuación se presentan a siete de las 27 selecciones:


  • Concierto de Brandeburgo Núm. 2 de Bach, primer movimiento. Escogido por su aire exuberante -adecuado como saludo de bienvenida- su excelencia técnica y las partes de los bronces tan bien grabadas que podrían sonar claramente de los surcos del disco al llegar éste a su aniversario mil millones
  • "Johnny B. Goode", por Chuck Berry.
  • "La casa de los hombres de Nueva Guinea".  Con una antigüedad de cerca de 1000 años, resulta hipnotizante monocromática y totalmente diferente de las piezas restantes contenidas en la grabación.
  • "Canción nupcial para la mujer del Perú". Una de las dos selecciones sudamericanas, es cantada por una muchacha anónima de voz cristalina que por azar se hallaba frente al micrófono del musicólogo John Cohen. Si los trinos de las aves u otros sonidos puros de las criaturas terrestres tienen alguna resonancia para los habitantes de otros planetas, estamos inclinados a suponer que esta canción también la tendrá.
  • "Manantiales que fluyen". Al Dr. Chou Wen-chung de la Universidad Columbia se le pedió que nombrara una obra musical china para el disco, "Manantiales que fluyen", respondió.
  • "La noche era oscura", por Blind Willie Johnson.
  • "Quinto movimiento (cavatina) del cuarteto para cuerda Núm. 13 en si bemol (opus 130) de Beethoven. La última selección tendría el peso adicional de un mensaje final. Se eligió esta obra exquisita porque no es la expresión de ninguna emoción única; más bien es la expresión melódica, tranquila, del dolor humano, la nostalgia y la esperanza. Es una partitura compleja plena de ambigüedades como nuestro propio futuro.




¿Quién recibirá algún día la grabación?


¿La tripulación de alguna carabela interestelar en rutina de recolección de viejas sondas espaciales, que posiblemente reconozca al Voyager como la obra de una civilización naciente y lo libre del horno para desperdicios?



¿Un mundo de gigantes cuyo lapso de vida sea tan grande que nuestra mejor música no suene para ellos más atractiva que la nerviosa turbación de insectos?



¿Una nube interestelar viviente que sentirá nuestra nave como un hormigueo en las costillas?


¿O nadie?


El reino estelar puede estar lleno de pequeños artefactos como el nuestro, pequeños saludos solitarios, o ninguno. Para averiguarlo tendremos que penetrar más profundamente, por nosotros mismos, dicho reino y escuchar quizá sus coros de ruidos radiofónicos en busca de una señal inteligente.


Si algún día tenemos noticia de otro mundo o hallamos algunos de sus artefactos, podremos señalar al menos esfuerzos modestos como la grabación del Voyager y decir que no permanecimos ociosos, sino que enviamos por nuestra parte, un mensaje o dos, dentro de una botella.


La grabación del Voyager es la prueba de admisión cultural de la Tierra en el universo y, en otro sentido, nuestra solicitud de ciudadanía dentro de esa inmensidad.


El Voyager.

En los siguientes vídeos, podemos apreciar dos momentos bien demarcados:

  • El primero, pero destacado, está dedicado al SPUTNIK, que en 1957, inaugura la astronáutica enviando imágenes de nuestro planeta,  y

  • En un segundo vídeo, y un poco más extenso, la descripción del contenido en imágenes y sonidos que están incluidas en el VOYAGER. Es la información de la Tierra que el Voyager lleva consigo hacia el infinito, hasta el momento en que algún tipo de vida civilizada pueda capturarlos, y enterarse que en algún otro lugar del Universo, "seres terrícolas" dejaron un mensaje como éste sobre una nave, para intentar huir de la soledad en la que, hasta hoy, nos encierra el Cosmos. Se complementa ésta, con el segundo cuadro de vídeo.

Revisémoslos...:

  • El Sputnik y el Voyager:


  • Sonidos e imágenes en el disco de oro del Voyager:




NRMQ

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